sábado, 23 de julio de 2011

Es la inteligencia un fenómeno cultural? (2)

Desde el principio conviene dejar claro que no nos estamos refiriendo a ese concepto estrecho de inteligencia que suele medirse con test de cociente intelectual. Hacerlo implicaría aceptar una aproximación positivista a la cuestión, lo cual nos parece del todo equivocado. La inteligencia es un fenómeno que podemos caracterizar a posteriori a través de la interpretación histórica. Nos situamos fuera del laboratorio de test y vamos directos al mundo que nos rodea. En él, observamos patrones de conducta en el cual vemos que distintos actores con objetivos asemejables obtienen muy distintos resultados, ya sea en el deporte, en los estudios, en el ejercicio de su profesión, en sus proyectos empresariales o en su obras artísticas. Unos ganan y otros pierden; unos aprueban con honores y otros suspenden amargamente; unos obtienen reconocimiento y otros se ganan mala fama; unos obtienen beneficios y otros cosechan pérdidas; unos obtienen la immortalidad y otros son ignorados. Son muchos los escenarios en que las acciones se desarrollan en competencia directa entre agentes y atribuimos la disparidad de resultados a multitud de factores: preparación física, fuerza de voluntad, capacidad técnica, talento, suerte, inspiración, etc.
Puede apreciarse la vaguedad de todos estos calificativos y el grado de solapamiento entre ellos. Dependiendo de la actividad de que se trate, encontramos en ocasiones jergas muy sofisticadas de apreciación y valoración, póngase como ejemplo la tauromaquia: temple, oficio, verdad, etc. Quizás la más abstracta de todas estas apreciaciones subjetivas sobre los acontencimientos históricos sea la inteligencia, ya que se refiere a la capacidad del ser humano de captar los elementos de su entorno (conocer), y dotarlos de utilidad para resolver cualquier tipo de problema o conseguir un objetivo no necesariamente tecnológico sino tambien aquellos en los que tiene que cooperar con otros agentes (ético).
Es por lo tanto el concepto "a posteriori" por excelencia, ya que ceteris paribus está inseparablemente ligado con el éxito o fracaso de cualquier empresa.
En ocasiones los estudiosos de la enseñanza de cualquier arte u oficio han intentado distinguir aquellas habilidades que se obtienen a base de entrenamiento y repetición, de aquello que sin ser una cualidad físicamente reconocible es muy dificil de entrenar. A esto último se le ha llamado comúnmente talento. Además, se ha observado que en ocasiones el talento puede estar muy orientado a un tipo muy específico de actividad y en otras ocasiones es muy versátil, dotando al sujeto de buena predisposición para el aprendijaze de cualquier cosa. Es a esto a lo que se le suele llamar inteligencia. No en vano, en muchas ocasiones se le llama inteligencia a la capacidad de aprender, en general.
La inteligencia pues, desde un punto de vista institucional, no tiene interés como tal sino por sus implicaciones a saber:
- Que el ser humano es capaz de aprender, descubrir, crear conocimiento donde antes había ignorancia.
- Que el ser humano es capaz de transformar su entorno y hacerlo en consonancia con sus propios objetivos.
- Que el ser humano puede hacer lo anterior de manera consistentemente efectiva, inteligente.
Aunque todas las instituciones son un fenómeno social, no todas tienen que referirse a pautas de conducta que requieran interacción social. Así por ejemplo, la facultad y el uso de la inteligencia, puede ser una institución social aunque actuar de manera inteligente sea una decisión estrictamente personal.
Cómo se originó esta consciencia sobre el actuar inteligentemente es algo que desconozco. Tambien desconozco si tuvo algo que ver con la revolución industrial ni si ha sido esta institución la que permitió salir de la trampa Malthusiana a la raza humana. Lo único que he querido señalar es la distancia insalvable que existre entre este concepto y cualquier forma de determinismo genético.

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