sábado, 29 de octubre de 2011

Instituciones Subjetivas

En el estudio que de las instituciones ha desarrollado la tradición de la Escuela Austriaca de Economía siempre ha destacado el énfasis dado a su carácter espontáneo y evolutivo. Por contraste y oposición para esta misma escuela, las leyes económicas son universalmente válidas en todo tiempo y lugar. Esta aparentemente falta de sintonía es solo superficial, pues el papel central de los actores, cuyas acciones transcurren en el tiempo, constituye el puente que conecta estas leyes con la realidad y con la historia. Son estos, y especialmente una minoría de agentes especialmente sagaces los que, dándose cuenta de que obtienen un beneficio, se aprovechan de ellas, y otros más tarde, los que imitándolos lo hacen tambien, mucho antes incluso de haber reflexionado sobre la mismas, las utilizan y conforman hábitos y tradiciones en el seno de la sociedad.
La propiedad, el intercambio, la división del trabajo, el dinero, el lenguaje o los contratos y la ley son algunos ejemplos de comportamientos pautados muy arraigados en nuestra sociedad. Sin embargo todos ellos estan vinculados a formas de interacción con otros actores. Dicho de otro modo, si el capitán Crusoe se encontrara en su isla desierta, ninguna de estas instituciones se hubiera desarrollado.
Cabe preguntarse pues si existen instituciones que se manifiestan como comportamientos pautados, desarrollados en el seno de la sociedad, fruto de la imitación entre actores, pero que no comportan interacción entre individuos sino que se integran dentro de los fines elegidos por los actores o por la asignación de utilidad a ciertos medios en relación a dichos fines. A diferencia de las instituciones mencionadas anteriormente, estas si que pueden prevalecer en aislamiento, aunque su formación se haya producido gracias a la interacción, observación o imitación de diversos actores.
Imagínese a un naufrago en una isla desierta. En qué se diferenciaría su comportamiento de un nativo de la isla que nunca hubiera tenido contacto con la sociedad? Ciertamente tendría hábitos adquiridos (comportamientos pautados) que continuaría practicando, por ejemplo, hábitos de higiene personal, práctica del deporte regularmente, la oración, etc.
En algunos casos sus hábitos conformarán sus fines y en otros casos sus hábitos condicionaran la utilidad asignada a los medios disponibles para la consecución de fines.
Esos hábitos o metodología serán genuinamente institucionales cuando no hayan sido descubiertos/inventados por el mismo o no los entienda completamente, pues si son el fruto de una reflexión completa entonces ya no son pautados en sentido estricto.
En este artículo se quiere proponer la inclusión en este tipo de instituciones a la inteligencia. La utilidad asignada a la inteligencia para la consecución de los más variados fines no es algo inmediato.
Si por ejemplo el náufrago proviniera de una sociedad con la creencia que todo el devenir del destino esta predeterminado o que es la voluntad de un ser todopoderoso, qué lugar le quedaría a la propia inventiva humana para cambiar el curso de los acontecimientos? En el mismo sentido, si esa sociedad negara el principio de causalidad, por el cual lo anterior condiciona lo posterior y no al revés, o el de validez por el cual algo no puede ser falso y cierto al mismo tiempo, que papel le quedaría entonces a la inteligencia como herramienta de utilidad para la resolución de problemas? O si la religión impusiera una rigurosa práctica continua de la oración las 24 horas del día, que lugar quedaría para la reflexión?
Por contraste, si el náufrago proviniera de una sociedad con una tradición en la práctica del método cientifico para el descubrimiento de las leyes de la naturaleza, y la ingeniería, y que asignara una importancia capital a la razón y la inteligencia como medio para la resolución de problemas, entonces es probable que continuara con dicho hábito una vez aislado en ella.
Ceteris Paribus, este sujeto tendería a usar su inteligencia para la resolución de sus problemas relativamente más que lo haría si en vez de tener la creencia (cierta o falsa) de que la inteligencia es un medio idoneo, la rechazara, o prefiriera otros como la oración o la práctica de sacrificios, etc.
Es importante notar, que las creencias/hábitos/instituciones que se tengan son independientes de la propia capacidad para deducir su validez o invalidez, y que dicha capacidad es independiente de que exista la voluntad de reflexionar sobre cierta cuestión. Ninguna de estas condiciones están conectadas las unas con las otras. Son posibles ocho escenarios:

1- El sujeto NO posee ningún hábito respecto al uso de la inteligencia, no tiene la capacidad para reflexionar sobre la utilidad de sus hábitos sea cual fueren y tampoco tiene la voluntad de hacerlo. La inteligencia no será un medio utilizado por el.

2- El sujeto posee hábitos respecto al uso de la inteligencia, no tiene la capacidad para reflexionar sobre la utilidad de esos hábitos, ni la voluntad de hacerlos. La inteligencia SÍ que será un medio utilizado por el.

3- El sujeto NO posee ningún hábito respecto al uso de la inteligencia, SÍ tiene la capacidad para reflexionar sobre la utilidad de sus hábitos sea cual fueren pero NO tiene la voluntad de hacerlo. La inteligencia no será un medio utilizado por el.

4- El sujeto posee hábitos respecto al uso de la inteligencia, SÍ tiene la capacidad para reflexionar sobre la utilidad de sus hábitos pero NO tiene la voluntad de hacerlo. La inteligencia SÍ que será un medio utilizado por el.

5- El sujeto NO posee ningún hábito respecto al uso de la inteligencia, no tiene la capacidad para reflexionar sobre la utilidad de sus hábitos sea cual fueren pero SÍ tiene la voluntad de hacerlo. Al no tener la capacidad necesario, por mucho que reflexione llegará a conclusiones erroneas y probablemente la inteligencia NO será un medio utilizado por el.

6- El sujeto posee hábitos respecto al uso de la inteligencia, no tiene la capacidad para reflexionar sobre la utilidad de sus hábitos sea cual fueren pero SÍ tiene la voluntad de hacerlo. Al no tener la capacidad necesaria, puede que llegue a la conclusión que su hábito inteligente es inútil y por tanto lo cambie, o puede que llegue a la conclusión correcta con racionamientos incorrectos. Es indeterminado si continuará con sus hábitos o los perderá.

7- El sujeto NO posee ningún hábito respecto al uso de la inteligencia, SI tiene la capacidad para reflexionar sobre la utilidad de sus hábitos y SÍ tiene la voluntad de hacerlo. Se dará cuenta que sus hábitos actuales no son útiles, adoptará unos que si incluyan la inteligencia, y a continuación adoptará hábitos que SÍ la utilicen.

8- El sujeto SÍ posee hábitos respecto al uso de la inteligencia, SÍ tiene la capacidad para reflexionar sobre la utilidad de los mismos, y SÍ tiene la voluntad de hacerlo. Se dará cuenta de que sus hábitos son ya satisfactorios en cuanto a su uso se refiere, y por tanto los seguirá practicando e incluso los mejorará.

sábado, 23 de julio de 2011

Es la inteligencia un fenómeno cultural? (2)

Desde el principio conviene dejar claro que no nos estamos refiriendo a ese concepto estrecho de inteligencia que suele medirse con test de cociente intelectual. Hacerlo implicaría aceptar una aproximación positivista a la cuestión, lo cual nos parece del todo equivocado. La inteligencia es un fenómeno que podemos caracterizar a posteriori a través de la interpretación histórica. Nos situamos fuera del laboratorio de test y vamos directos al mundo que nos rodea. En él, observamos patrones de conducta en el cual vemos que distintos actores con objetivos asemejables obtienen muy distintos resultados, ya sea en el deporte, en los estudios, en el ejercicio de su profesión, en sus proyectos empresariales o en su obras artísticas. Unos ganan y otros pierden; unos aprueban con honores y otros suspenden amargamente; unos obtienen reconocimiento y otros se ganan mala fama; unos obtienen beneficios y otros cosechan pérdidas; unos obtienen la immortalidad y otros son ignorados. Son muchos los escenarios en que las acciones se desarrollan en competencia directa entre agentes y atribuimos la disparidad de resultados a multitud de factores: preparación física, fuerza de voluntad, capacidad técnica, talento, suerte, inspiración, etc.
Puede apreciarse la vaguedad de todos estos calificativos y el grado de solapamiento entre ellos. Dependiendo de la actividad de que se trate, encontramos en ocasiones jergas muy sofisticadas de apreciación y valoración, póngase como ejemplo la tauromaquia: temple, oficio, verdad, etc. Quizás la más abstracta de todas estas apreciaciones subjetivas sobre los acontencimientos históricos sea la inteligencia, ya que se refiere a la capacidad del ser humano de captar los elementos de su entorno (conocer), y dotarlos de utilidad para resolver cualquier tipo de problema o conseguir un objetivo no necesariamente tecnológico sino tambien aquellos en los que tiene que cooperar con otros agentes (ético).
Es por lo tanto el concepto "a posteriori" por excelencia, ya que ceteris paribus está inseparablemente ligado con el éxito o fracaso de cualquier empresa.
En ocasiones los estudiosos de la enseñanza de cualquier arte u oficio han intentado distinguir aquellas habilidades que se obtienen a base de entrenamiento y repetición, de aquello que sin ser una cualidad físicamente reconocible es muy dificil de entrenar. A esto último se le ha llamado comúnmente talento. Además, se ha observado que en ocasiones el talento puede estar muy orientado a un tipo muy específico de actividad y en otras ocasiones es muy versátil, dotando al sujeto de buena predisposición para el aprendijaze de cualquier cosa. Es a esto a lo que se le suele llamar inteligencia. No en vano, en muchas ocasiones se le llama inteligencia a la capacidad de aprender, en general.
La inteligencia pues, desde un punto de vista institucional, no tiene interés como tal sino por sus implicaciones a saber:
- Que el ser humano es capaz de aprender, descubrir, crear conocimiento donde antes había ignorancia.
- Que el ser humano es capaz de transformar su entorno y hacerlo en consonancia con sus propios objetivos.
- Que el ser humano puede hacer lo anterior de manera consistentemente efectiva, inteligente.
Aunque todas las instituciones son un fenómeno social, no todas tienen que referirse a pautas de conducta que requieran interacción social. Así por ejemplo, la facultad y el uso de la inteligencia, puede ser una institución social aunque actuar de manera inteligente sea una decisión estrictamente personal.
Cómo se originó esta consciencia sobre el actuar inteligentemente es algo que desconozco. Tambien desconozco si tuvo algo que ver con la revolución industrial ni si ha sido esta institución la que permitió salir de la trampa Malthusiana a la raza humana. Lo único que he querido señalar es la distancia insalvable que existre entre este concepto y cualquier forma de determinismo genético.

viernes, 22 de julio de 2011

Es la inteligencia un fenómeno cultural?

Para Hoppe, desde el principio de la historia hasta el inicio de la Revolución Industrial, se habían dado las cirunstancias institucionales idoneas para el progreso económico. Sin embargo, esto no sirvió para sacar a la humanidad de un nivel de vida cercano a la subsistencia. En efecto, los derechos de propiedad se habían respetado en casi todas las civilizaciones que precedieron a la nuestra y sin embargo, la ingente acumulación de capital que se produjo, lejos de dedicarse a augmentar los medios de producción, con frecuencia se dedicaban a ostentosidades faraónicas, al culto al más allá o al crecimiento poblacional.

Aquí Hoppe se percata que esto se debió a una falta de inteligencia, es decir, los grandes capitalistas de las distintas épocas no encontraron una manera mejor de invertir su capital ahorrado que en dichos proyectos que poco podían mejorar un incremento futuro de la producción de bienes de consumo. Qué relación tiene esto con la determinación genética? Es aquí donde creo que Hoppe hace un salto al vacío.

En mi opinión, multitud de factores históricos e institucionales no ligados con el derecho de propiedad, sino con los propios fines de las personas implicadas y su apreciación subjetiva de la realidad que vivieron pudieron ser determinantes. El racionalismo, el enciclopedismo, el positivismo, el evolucionismo, fueran o no teorías equivocadas (Al fin y al cabo todo conocimiento no apodíctico es falso), no por ello dejaron de influir en las aspiraciones de los individuos por aplicar la razón, al mejoramiento de la calidad de vida de las personas. No en vano, la teorización sobre el genio y la creatividad de Kant, una historiología basada en las biografías ejemplares, son simples ejemplos de como explicar la revolución Industrial desde un punto de vista institucional.

jueves, 21 de julio de 2011

El caracter Institucional de la Inteligencia

Como ya hemos mostrado en el anterior post, la inteligencia no es una categoría de la acción, sino una pauta de conducta observada de forma historica, en el sentido de que el hombre ha tendido a utilizar su aparato cerebral para la consecución de objetivos directa o indirectamente relacionados con su supervivencia y/o replicación. Desde un posicionamiento metodológico adecuado, esto es, desde el dualismo metodológico, nada se puede decir sobre el grado de determinación que existe a la hora en que el hombre asigna utilidad a los medios de que dispone. Esta utilidad se revela a posteriori para cada caso concreto, y puede cambiar en cualquier momento ya que es subjetivamente determinada.

Desde este punto de vista solo lo cabe analizar la inteligencia como una una pauta de conducta de tipo institucional.

miércoles, 20 de julio de 2011

Praxeología, Inteligencia y empirismo

De nuevo en este post me gustaría ahondar en lo que creo que es una laguna en el pensamiento Hoppeano respecto al papel de la inteligencia en el desarrollo teorico de su cico malthusiano-postmaltusiano. La inteligencia se suele definir como la capacidad humana de utilizar su mente para obrar de forma tal que máximice sus probalidades de supervivencia y replicación. Por tanto estamos ante una definición que se asienta en las siguientes hipótesis empíricas:
- Que la supervivencia y la replicación son un fin. O incluso, un fin teleológico.
- Que la mente es un medio idoneo para la consecución de dicho fin.

La primera hipotesis queda justificada en cuanto a que si al fin y al cabo existe la voluntad, y esta puede cambiar el devenir de sucesos, es de esperar que la selección natural, ceteris paribus, haya favorecido a los que tienen esta meta como algo inevitable, sobre los que no la tienen.
La segunda se justifica de forma tal que si la mente humana existe, es porque almenos no perjudica el fin anterior. Ya que de otra forma, hubiera sido descartada como rémora.

De lo anterior, queda claro que la inteligencia no es una categoría de la praxeología sino una abstracción sobre una facultad que se observa de forma más o menos borrosa en la historia de la humanidad. Como tal, no se puede derivar de una teoría subjetiva del valor.

domingo, 17 de julio de 2011

Inteligencia y civilización

En el post anterior reflexioné sobre la teoría de Hoppe sobre la superpoblación, su efecto disgénico y la democracia. Me gustaría ir un poco más allá en cuanto a las asunciones que sostienen esta teoría.

La primera es que la genética juega un papel fundamental en la inteligencia de una persona, el efecto disgénico. Esta asunción, sin embargo, se sostiene sobre otra aún más profunda, a saber, que la inteligencia es una característica "intersubjetivamente" observable, es decir, una cualidad humana atribuida a una persona que se puede medir de alguna manera. Si definimos inteligencia como la capacidad de un ser humano de utilizar la razón, el conocimiento, el pensamiento lógico y sus medios tecnológicos para mejorar las probabilidades de supervivencia adaptándose mejor al medio de lo que lo haría sin esa herramienta. Parece almenos cuestionable que se pueda testear la posesión de esa cualidad cuando se refiere a un estado de cosas cambiante, imprevisible, a un escenario al que el sujeto se enfrenta de manera inédita e irrepetible. Si se desconoce cual va a ser el escenario, que por fuerza está intrínsecamente ligado a la realidad, cómo podemos saber que cualidades "mentales" van a proporcionar esa mejor adaptación? Además, que la genética pueda determinar la inteligencia, tambien supone que la inteligencia es una característica espontánea de la persona, sin tener en cuenta, factores culturales tales como la predisposición a usarla, o el grado de perspicacia relativo a la propia percepcion sobre la utilidad de la misma. Por ejemplo, y aludiendo precisamente a una ilustración hecha por Hoppe, si un individuo naciera en una sociedad cuya religión estableciera que todo debe dejarse tal y como está, que predisposición tendría ese individuo para utilizar la inteligencia de manera creativa para poder mejorar sus probabilidades de supervivencia? Sin duda sería mucha menor que en un sociedad en la que se nace con la creencia que cada uno es libre de seguir su camino, para alcanzar sus objetivos por disparatados que estos sean.

La segunda asunción que hace la exposición de Hoppe es que la inteligencia es deseable a la hora de entender los principios básicos de la ética y la economía. Sin embargo, y creo que esto no es valadí, no se observa nada en la realidad que apunte en esa dirección. Hay mucha gente sencilla con valores corrientes y sentido común así como gente inteligente con ideas colectivistas y socialistas. Es más, resulta incuestionable, que precisamente la intelectualidad es estatista por antonomasia a pesar de su presumida inteligencia. En efecto, es la propia intuición la que lleva a la gente corriente a observar los derechos de propiedad y los principios éticos más fundamentales. No se ha observado hasta el momento, que la ciencia entendida como la explicación irrefutable de una verdad apriorística haya resultado nada efectiva para convencer a la gente "inteligente" de que abandone sus postulados socialistas. La gente "inteligente" suele aprender más facilmente que pueden salir ventajosos de una idelogogía redistribuidora, si saben colocarse convenientemente en el bando de los que reciben, y alejarse del bando que es expropiado. Al final, la inteligencia (aunque esto sea no una verdad absoluta, sino una certeza observable) se suele utilizar como instrumento para mejorar la propia calidad de vida, antes que para la busqueda neutral de las verdades categóricas (filosofía).

jueves, 14 de julio de 2011

Hans-Hermann Hoppe y la superpoblación

Antes de nada debo dejar claro que soy un profundo admirador de las ideas de Hoppe. Sin embargo, sólo veo motivo para escribir este articulo en uno de los puntos donde el autor me levanta alguna duda. En una conferencia titulada "From the Malthusian trap to the Industrial Revolution", Hoppe nos explica cuales cree que fueron las razones que permitieron a la humanidad salir de la trampa Malthusiana, esto es, de una situación en la que el excedente se traduce automáticamente en augmento de población de tal manera que el nivel de vida de la población se mantiene al nivel de la subsistencia. Hoppe arguye que las causas de dicho evento (único en la historia de la humanidad) no fueron de tipo institucional. A continuación se embarca de forma muy brillante en una explicación teórica según la cual la trampa malthusiana produce efectos "progénicos" en la inteligencia humana, mientras que salir de ella provoca efectos "disgénicos", es decir, empeora la calidad media de nuestra herencia genética. Con ello explica que la revolución industrial fuera el primer momento de la historia en la que la inteligencia humana supo como invertir el excedente para permitir no solo incrementar la población de manera exponencial sino mejorar el nivel de vida de esa población. En oposición, explica como consecuencia disgénica de ese crecimiento población exponencial, la aparición de ideologías absurdas como socialdemocracia.

Aun sin saber como contraargumentar dicha exposición, debo decir que lo que esconde es un profundo pesimismo sobre el destino de la humanidad. La consecuencia lógica de dicho razonamiento, es decir, que la socialdemocracia es una consecuencia irremediable de la elevación del nivel de vida, nos lleva directamente como única solución hacia una eugenesia atroz para mantener la calidad del código genético. Obviamente dicho control de natalidad debería ser una institución voluntaria, si pretendemos ser coherentes con nuestros propios principios. Pero, como va la sociedad a crear ese tipo de institucion? Creo que es un sinsentido.

Una de las cosas que más me gustan de las teorías sociales de la escuela austriaca es que se ajustan meticulosamente a la intuición moral y al sentido común. Debo decir, que aceptar la ley de retornos para el caso de las personas, ataca seriamente mi intuición. Lo bueno de vivir conforme a la ética produce prosperidad, esta es una sentencia con la que me siento muy agusto.

No en vano, el planteamiento de Huerta de Soto en este punto es muy distinto. Para el la creatividad humana es el centro de su riqueza. Por tanto, contra más mentes pensantes, más seran las posibilidades de progreso. Sin embargo, parece que el espectacular crecimiento poblacional de los últimos siglos, no han servido para ilustrar ni moral ni economómicamente a la población sobre como se vive un vida próspera y en consonancia con la ética.

Es posible que haya Hoppe llegado a una teoría sobre como hemos llegado al actual nivel de descivilización únicamente basada en causas no institucionales? Es entonces imposible un desarrollo perpetuo en el tiempo basado en la simple obsevancia de los valores éticos que por otra parte han sido conocidos desde hace siglos?

Puede ser que, de la misma forma en como se desarrolló el derecho en la Roma clásica, el camino hacia el descubrimiento de la ética todavía no haya concluido por completo. Podría ser que el crecimiento poblacional tuviera que ir acompanyado de un fortalezimiento tal de las instituciones naturales, que impidiera la proliferación de movimientos colectivistas o democráticos. Tal vez sería necesario que surgieran nuevas instituciones que combatan todos los brotes de ideologías descivilizadoras. Podría ser este el papel de la iglesia? Ciertamente, detrás de su esotérico simbolismo (en el caso de la iglesia católica), se esconde una de las concepciones más humanistas del mundo antiguo. El medioevo, caracterizado por la complementariedad entre iglesia y nobleza fue un periodo de estabilidad institucional casi milenaria.